Jane Elliott, una maestra y activista, llevó a cabo un ejercicio de sensibilización en su clase para ilustrar los efectos del racismo y la discriminación. El ejercicio que diseñó se centró en el color de los ojos y se realizó en dos grupos: los niños con ojos azules y los niños con ojos marrones. Durante el ejercicio, los niños con ojos azules eran tratados de manera favorable, disfrutando de privilegios como ser elogiados y recibir mejores recursos, mientras que los niños con ojos marrones eran discriminados, recibiendo críticas y limitaciones en sus actividades.
La experiencia tuvo un impacto profundo en los niños, quienes experimentaron de manera directa cómo es ser objeto de discriminación y prejuicio. A través de este ejercicio, no solo aprendieron sobre la injusticia que enfrentan las personas de color, sino que también reflexionaron sobre sus propias actitudes y creencias. Elliott continuó usando este ejercicio en años posteriores y se convirtió en una destacada defensora de la educación sobre la igualdad y los derechos civiles.
El ejercicio de Jane Elliott es un ejemplo poderoso de cómo la educación puede ser utilizada como una herramienta para generar conciencia y promover la empatía en torno a los temas de la raza y la discriminación.