El ejercicio de Jane Elliott, conocido como el experimento de los ojos azules y marrones, se llevó a cabo con sus estudiantes de tercer grado en respuesta a la asesinato del Dr. Martin Luther King, Jr. Su objetivo era enseñar a los niños sobre la discriminación y la injusticia racial mediante la experiencia directa. Elliott dividió a los niños en dos grupos basados en el color de sus ojos, creando una dinámica en la que un grupo era considerado "superior" y el otro "inferior".
Los niños con ojos azules recibieron privilegios y eran tratados de manera más favorable, mientras que los de ojos marrones eran objeto de burlas y tenían restricciones. Esto les permitió sentir de primera mano cómo es ser discriminado y cómo se siente el poder y la opresión. El experimento tuvo un impacto significativo en los niños, de manera que muchos comenzaron a reflexionar sobre los problemas de racismo y desigualdad.
El ejercicio no solo mostró la facilidad con que las divisiones se pueden crear entre los grupos, sino también el profundo deseo de los niños de ser tratados con dignidad y respeto, independientemente de su apariencia. La actividad de Elliott sigue siendo un referente en la educación sobre la diversidad y la empatía, y ha sido objeto de debate y análisis a lo largo de los años por su valiente abordaje del tema de la raza.