Hoy fue un día inolvidable en la casa de Guadalupe. Al despedirme, me encontré con su abuelo y su abuela en la entrada. Ellos son personas tan cálidas y amables.
Primero, el abuelo, con su sonrisa amplia y arrugas que contaban historias, me dio un fuerte abrazo. "¡Hasta luego, amigo!" dijo, y su voz era como un cálido abrazo en sí misma. Me sentí muy bienvenido en su hogar gracias a ese gesto.
Luego, la abuela, con su cabello blanco y sabiduría en sus ojos, también me saludó de una manera especial. Ella me dio un beso en la mejilla y dijo: "Cuídate mucho, querido." Sus palabras me hicieron sentir como parte de la familia. Tenía una dulzura en su voz que siempre recordaré.
A pesar de que ambos me despidieron, había diferencias en la forma en que lo hicieron. El abuelo fue más efusivo, mientras que la abuela mostró su cariño de una manera más suave y cariñosa. Pero, en esencia, los dos expresaron el mismo amor y calidez que sentí durante toda mi visita.
Salí de su casa con una sonrisa en el rostro y un corazón lleno de gratitud. ¡Qué suerte tengo de haber podido compartir un día con esos maravillosos abuelos!