Querido diario,
Hoy fue un día muy especial. Cuando llegué a la casa de Guadalupe, me sentí muy emocionado. Su abuelo, un hombre amable y sabio, me recibió con un fuerte abrazo y un gran sonrisa. "¡Bienvenido a nuestra casa, joven!", exclamó mientras me daba la mano. Su calidez me hizo sentir como en casa de inmediato.
Por otro lado, su abuela, con su carácter cariñoso, me saludó de una manera diferente. Ella me ofreció un beso en la mejilla y dijo: "¡Hola, querido! Espero que tengas hambre porque he preparado tu platillo favorito." Me encantó su acogida tan tierna y auténtica.
A pesar de que ambos me recibieron con amor, sus maneras de saludarme fueron únicas. El abrazo de abuelo me llenó de energía, mientras que el beso de abuela me hizo sentir cuidando y apreciado. Esta diversidad en los saludos refleja la calidez de su hogar y la rica cultura que rodea a Guadalupe y su familia. Sin duda, estoy agradecido por esta experiencia.
Hasta la próxima, diario.