Invertir en un fondo, ya sea un fondo mutuo, un fondo cotizado en bolsa (ETF) u otro tipo de fondo de inversión, ofrece un enfoque más diversificado en comparación con la inversión en una sola acción o bono por varias razones.
Primero, un fondo agrupa el capital de múltiples inversores para comprar una variedad de activos, lo que permite una diversificación instantánea. Al invertir en un solo activo como una acción o un bono, el rendimiento de la inversión depende únicamente del desempeño de ese activo específico. Si la acción o el bono no rinden como se esperaba, el inversor puede enfrentar pérdidas significativas. En cambio, al invertir en un fondo, el impacto de un activo que no funciona bien se mitiga al estar compensado por otros activos que puedan estar teniendo un buen rendimiento.
En segundo lugar, los fondos suelen incluir una mezcla de diferentes tipos de activos y sectores económicos. Por ejemplo, un fondo de acciones podría incluir compañías de tecnología, salud, consumo y energía. Esta diversidad sectorial ayuda a reducir el riesgo, ya que diferentes sectores pueden reaccionar de manera distinta a las condiciones del mercado.
Además, invertir en un fondo permite a los inversores acceder a una gestión profesional, ya que estos fondos son administrados por expertos que toman decisiones informadas sobre en qué activos invertir. Este nivel de experiencia y análisis puede ser difícil de alcanzar para un inversor individual que selecciona solo unas pocas acciones o bonos.
Por último, la inversión en fondos también suele requerir una cantidad mínima de capital más baja para diversificarse adecuadamente, lo que permite a los pequeños inversores participar en una cartera diversificada sin necesidad de invertir grandes sumas de dinero en múltiples activos por su cuenta.
En resumen, al ofrecer exposición a una variedad de activos y a gestión profesional, invertir en un fondo representa una estrategia más diversificada y, en muchos casos, menos arriesgada que invertir en una sola acción o bono.